China, el enemigo fabricado por EEUU.



Durante décadas, nos contaron una historia muy simple: China era la amenaza. El "dragón comunista", el "rival autoritario", el "peligro amarillo". Hollywood, medios de comunicación y políticos repitieron el guion hasta el cansancio, programaron al mundo para temer, odiar y desconfiar. Pero, como toda narrativa impulsada desde las cúpulas del poder, la verdad era otra, y hoy lo estamos descubriendo.

Mientras Estados Unidos exportaba guerras, miseria y decadencia disfrazadas de “libertad”, China construía. Mientras Washington desangraba al mundo con invasiones, sanciones y crisis financieras, Pekín levantaba megaciudades, trenes bala, universidades de élite y hospitales de primer nivel. Hoy, cuando uno observa los datos duros - no la propaganda—, ve que China lidera en Tecnología, Inteligencia artificial, computación cuántica, telecomunicaciones 6G, y otros campos más.

Infraestructura: Redes ferroviarias más avanzadas, urbanización planificada, ciudades inteligentes.

Educación: Universidades entre las mejores del mundo, con inversión real en ciencia y desarrollo.

Salud: Sistemas hospitalarios modernos, gestión de pandemias mucho más efectiva que en el "mundo libre".

¿Autoritarismo? ¿Opresión? No más (y probablemente menos) que las cámaras de vigilancia y el control silencioso que hoy existe en cualquier “democracia” occidental, sería injusto seguir ocultando esas verdades incómodas pero reales.

El gran pecado de China no fue ser un "peligro", fue demostrar que existía otro camino, en el que se puede levantar una civilización moderna sin seguir el modelo estadounidense de consumismo ciego, caos social y corrupción disfrazada de progreso.

¿Por qué entonces Estados Unidos vendió a China como el enemigo número uno?

Porque necesitaba un chivo expiatorio. Porque su imperio económico se desmoronaba y hacía falta culpar a alguien más. Porque la "libertad" era solo una etiqueta vacía para justificar su dominio, y el despertar de otros gigantes amenazaba con desenmascarar su mentira.

Los think tanks, las agencias de inteligencia, los medios masivos, todos trabajaron en sincronía para construir la gran ilusión, y el mundo, hipnotizado, creyó.

Pero el tiempo, como siempre, termina revelándolo todo. Hoy, mientras Estados Unidos lidia con el colapso de su sistema interno —polarización, deuda impagable, infraestructura obsoleta, crisis educativa y sanitaria—, China avanza silenciosamente, estableciendo rutas comerciales, alianzas estratégicas y nuevos polos de poder.

El juego de demonizar a China se les está volviendo en contra. El planeta está comenzando a mirar más allá de la narrativa oficial, y cuando el telón caiga, quedará expuesta la verdadera caída del imperio que alguna vez pretendió gobernar el mundo.

La Matrix está fallando. Y cada vez son más los que ven la grieta.

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