Petro, el nuevo obstáculo de Washington.


En el ajedrez global de las élites, Colombia ha sido por décadas una ficha silenciosa pero fundamental. Estratégicamente ubicada, rica en recursos, aliada leal de los Estados Unidos en la región… hasta ahora. Porque algo cambió. O mejor dicho, alguien cambió las reglas: Gustavo Petro, el primer presidente "alternativo" de una nación históricamente alineada con el Imperio del Norte.

Muchos lo celebraron como el comienzo de una nueva era. Pero en la trastienda del poder, las alarmas se encendieron. Y no fue por sus discursos progresistas o su retórica populista. Fue por algo mucho más grave para los intereses geopolíticos de Washington:

Petro (Colombia) asumió temporalmente la presidencia de la CELAC, una plataforma que podría convertirse en la "Unasur 2.0", pero esta vez con una visión más alejada de los dictámenes del Norte.

Además, Colombia coquetea con el BRICS, ese bloque emergente que representa la pesadilla de cualquier globalista: una economía multipolar sin la hegemonía del dólar. 

Y lo más imperdonable: acercarse abiertamente a China, el mayor enemigo comercial y militar de los EE.UU.


¿Casualidades? ¿Coincidencias diplomáticas? No en este juego.

Colombia ha sido históricamente el portaaviones continental de EE.UU. en Sudamérica. Desde bases militares hasta acuerdos económicos encubiertos, pasando por operaciones de inteligencia e intervención en gobiernos vecinos. Un país clave para la vigilancia, el control y la desestabilización regional cuando es necesario. Pero Petro está desafiando ese orden, y eso, en el tablero del Deep State, se paga caro.

Muchos dirán que el gobierno de Petro es ineficiente, polarizante o incluso peligroso para la economía. Pero más peligroso aún es para la hegemonía de EE.UU plrque si Colombia se alinea con China, si deja de ser su aliado obediente, otras fichas podrían seguir. Ecuador, Perú, incluso México podrían redibujar sus lealtades. Y eso es inadmisible para el Imperio.

No sería la primera vez que un líder latinoamericano que incomoda a Washington termina siendo neutralizado. Pregunten por Gadafi. Pregunten por Allende. Pregunten por Evo, Chávez, Correa. El libreto es el mismo: desprestigio mediático, desestabilización interna, aislamiento internacional… y si no funciona, algo más definitivo.

La pregunta es: ¿estamos viendo en tiempo real la creación de un nuevo “objetivo” geopolítico disfrazado de líder populista fallido?

Porque mientras la narrativa mediática en Colombia se enfoca en escándalos internos, paros o luchas de poder, la verdadera guerra es invisible. Una guerra de agendas, intereses, y alianzas globales.

Y como siempre en este blog recordamos…

Nada ocurre por accidente. Y si parece un error, probablemente fue planeado así.

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